Paseando por el centro de Granada descubrí
la exposición de las curiosas obras de Alejandro Gorafe en la sala Ruiz
Linares.
Gorafe acostumbrado a
trabajar con materiales reciclados, trabajando con viejos transformadores de
luz, que "quedaron en desuso cuando todo el mundo la cambió a 220
voltios". Los transformadores acabaron en la chatarrería y el artista les
quita ahora la bobina de cobre de su interior para manipularlos y convertirlos
en esculturas: "Se podría decir que les arranco el corazón, ya que al fin
y al cabo era por ahí por donde se conducía la vida, su energía". Desmonta
la estructura de hierro y utiliza el esqueleto para volver a esculpirla.
"Todos sabemos lo que es un transformador, lo que lleva en su interior,
pero expuesto de esta forma es irreconocible".
Sus obras hacen un homenaje a la
Revolución Industrial "y toda la belleza de esos artilugios que movieron
el mundo en su época". Hoy en día, cuenta el artista, "todo es muy
digital, pero antes estábamos rodeados de palancas, poleas y ruedas"
El futurismo y el arte
cinético se mezclan en estas 19 esculturas que, quietas, parecen moverse sin
embargo cuando el espectador las mira. "Generan un movimiento óptico"
del mismo tipo que una película. Son obras secuenciales que se superponen unas
con otras. Aunque forman parte de una colección de setenta piezas, esta serie
que expone en la sala del Anticuario Ruiz Linares está cubierta de hierro
oxidado.
Me encano que específicamente en dos esculturas quiso transmitir
el dinamismo de la implosión y la explosión con el movimiento de los hierros. La muestra sugiere una estética
parecida a la de las vanguardias rusas de principios de siglo.
La verdad que tanto como
la sala como el anticuario es un espacio mágico. Me ha gustado mucho la visita casual.
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